martes, 31 de marzo de 2009

Trabajemos para la dignidad y el bienestar.

Carlos Serpa Maceira
Periodista Independiente
Teléfono 535 284 5392
Email: serpamaceira@yahoo.es

La Habana, 31 de marzo.- La naturaleza le traerá malos recuerdos a la población del municipio especial cubano Isla de la Juventud (conocida antiguamente por Isla de Pinos) al suroeste de la Habana. El huracán Gustav a su paso por la ínsula según información oficial causó afectaciones en 18 mil 805 viviendas, de estas, 9 mil 562 entre edificios y casas con techo de placa.

El 73 % del fondo habitacional sufrió severas afectaciones. Los daños totales de techos y las parciales se comportan al 64 % y 42 % de solución, respectivamente, mientras que los mil 45 derrumbes parciales están al 8 %.

Por mucho que el Gobierno se proponga cerrar las cicatrices de los daños infligidos por la naturaleza, en la Isla de la Juventud prevalece la desolación y el sufrimiento. La población del lugar estimada en más de 89 mil habitantes se pregunta ¿Qué pasará cuando la temporada ciclónica haga su presencia y un huracán similar o peor a Gustav vuelva a azotar a la región?
Sin dudas, estarán nuevamente expuestos al cielo. A pesar del dramático impacto causado por el meteoro, el régimen comunista mantiene la postura de colocarles techos nada de fiar a los damnificados. Las autoridades no han medido el costo del ensañamiento de la naturaleza contra las viviendas.

Mi familia y demás damnificados han sentido que el pulso de la tristeza les pisa los talones. Cuando la tarde se desvanece en Escuela de Cabo, La Damajagua, a 22 Km. de Nueva Gerona, capital municipal de Isla de la Juventud, sienten nostalgias de sus viviendas que perdieron sus techos. Repasan inevitablemente la magnitud del desastre vivido. Terminan preguntándose cómo se ha podido resistir. “Nada se destruye sin que algo se levante “. Sentencio el Apóstol de la Independencia de Cuba, José Martí.

Encontrar una solución a los que sus casas se encuentran expuestas al cielo es lo más apremiante. Sin embargo, no basta con devolver tejas a su lugar. El desastre ocasionado por la naturaleza crea un escenario propicio para que la Habana enmiende laceraciones de vital importancia en la vida del pueblo cubano, que tiene que colocarse sobre pilares más fuertes a fin de validar el pensamiento martiano “Las grandes desgracias son grandes escuelas “.

El Gobierno cubano, se encuentra en una encrucijada. La cifra de damnificados expresan el dolor y la incertidumbre que despierta la visión de los hogares sin techos o transformados en escombros. Ante esa calamidad surge como una fuerza descomunal el mandato martiano “Trabajaremos para la dignidad y el bienestar de todos los hombres”.

Nota : Para acompañar el artículo se adjunta una fotografía tomada por este periodista, que muestra en la ciudad de Nueva Gerona, la capital municipal de la Isla de la Juventud, los destrozos causados por el huracán Gustav al techo de una vivienda que espera por su reparación.

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